Edu/Alex 10
Ignasi/Berni 8
9 de la noche. Tiempo de descuento, con el nuevo turno esperando para entrar en pista. El luminoso marca un 9-8 para Eduardberg y MacSainz, pero tienen el trasero tan apretado que no les pasaría un guisante. Robredo y Santana, con ventaja en el juego y saque a favor, tienen la pelota que valdría el empate y culminaría una remontada prodigiosa, tras ir por detrás 8-3. Pero las prisas les traicionan. Fallan la primera oportunidad. Y también la segunda, por el canto de un duro. Eduardberg, en cambio, no se muestra tan generoso y resuelve la incertidumbre, no sin más suspense todavía. Su bola toca la red, pero acaba cayendo mansamente en la pista de sus rivales. Ya saben, como en el film de Woody Allen al que otras veces nos hemos referido. Del 9-9 al 10-8. Acaba el partido y Eduardberg y MacSainz, a los que no les llegaba la camisa al cuello, se abrazan, mientras Robredo y Santana se quedan exhaustos. Tras tanto nadar acaban muriendo en la orilla. Su esfuerzo físico y anímico merecía sin duda mejor premio. Nunca se dieron por vencidos, pelearon todas las bolas y cayeron con la cabeza muy alta. Incluso vieron la victoria al alcance de la mano cuando MacSainz, desquiciado, empezó a lanzar la raqueta al suelo con empate a ocho juegos. Con la sufrida victoria en el bolsillo, a los vencedores les faltó tiempo para sacar pecho, anunciando uno a los cuatro vientos que este año sí, que va a por el título (¿a quién me suena?), y insistiendo el otro en rebautizarse como Federer. Anda crecido el tal MacSainz, quién en un mes ya ha ganado los mismos partidos que en todo el año anterior y amenaza de convertirse en el jugador revelación. Pero ojo que la Liga, como los partidos, es muy larga. Y atención también al nuevo fichaje mediático, el mítico Ignasi Santana, que exhibió algunos golpes certeros desde media pista. Robredo, ya saben, el campeón por accidente, empezó la temporada besando la lona, pero está dispuesto a vender cara su piel.
Veremos si sus clases junto a MacSainz sirven de algo.
Bernat Segurola
Bernat Segurola