McSanz-Danilovic 10
Uri Becker-Eduarberg 8
Se acerca el fin de curso y andan revoloteadas las redacciones de los medios especializados. Si Butanito García volvió a equivocarse en la prèvia del partido de ayer, prediciendo una baja entrada para el partido cuando la hinchada respondió entusiasmada al cartel estelar de la velada, Alex Carpin se descolgó con un discurso triumfalista tan falto de rigor como bañado por la euforia provocado por el primer triumfo de la temporada de su protegido, McSanz. Es por ello que desde la centralidad y la moderación que le caracteriza, esta pluma se siente en la obligación de informar, y solo informar a sus lectores, más necesitados que nunca de veracidad y juicios serenos.
No fue el de ayer el mejor partido del año, pero si que se puede destacar por seguir un guión algo distinto dentro de un argumento ya conocido. El argumento conocido es bastante habitual y es el siguiente: una de las parejas (en este caso, McSanz y Danilovic) empieza muy metida en el partido y toma una rápida y gran ventaja en el marcador (5-2). Los rivales una vez rehechos del primer susto, empiezan a remontar y igualan el marcador para afrontar la fase decisiva del encuentro con el marcador ajustado y las espadas por todo lo alto. En este punto normalmente se inicia una fase del juego donde los deportistas juegan más preocupados de no fallar que disfrutar y arriesgar para anotarse los puntos, para desgracia de la sufrida hinchada. Ayer fue algo distinto pues los cuatros jugadores jugaron los mejores puntos en la primera de las partes decisivas del partido. Sin embargo, lo que sucedió en los últimos tres juegos del partido solo se puede entender si se hecha mano del refranero popular. Con 8 a 6 y bola para el noveno juego a su favor, Becker y Eduarberg advirtieron la presencia de los siguentes jugadores de la pista, con lo que dieron por terminado el partido concientes de que no había forma posible de perder el partido con este escaso margen de tiempo. Pero ai las, como es bien sabido no se puede decir trigo si no está en el saco y bien atado. Así que por una de esas jugarretas del destino, cuando menos se deseaba la reanudación de un partido visto para sentencia, la pista de al lado se vació y con ello el partido se abrió con un panorama distinto radicalmente. Becker y Eduarberg solo ganaron un punto en los siguientes 3 juegos y tiraron por la borda un buen y trabajado partido de padel.
Solo queda felicitar a los vencedores, por su tenacidad y perseverancia, por no dar el partido por perdido y, en fin, alegrarse también por el pequeño Rai que finalmente oyó a su padre abrir la puerta de casa dando botes y con una sonrisa de oreja a oreja.
Eduard Besa
Tot i que arribi tard, els lectors agraïm una crònica dels fets més rigorosa que la del triomfalista Carlin... Veig que Eduardberg i Uricevic tornen a protagonitzar el conte de la Ventafocs, que ja van representar una vegada amb gran èxit de públic i crítica. Si la victòria de MacSainz és la gran noticia de la jornada, l'altra és que Danilovic, després de molt temps, acaba un partit sense res trencat...
ResponderEliminarSegurola