7 6 Dani/Berni
5 4 Marc/Uri
Siete menos cuarto de la tarde de ayer jueves. Berni Robredo, siempre a la última, se está probando unas prendas en una conocida tienda de moda del Paseo de Gracia barcelonés. Suena el teléfono con insistencia. Es Marc Chang. “Escolta, que està plovent. Què fem?” Robredo advierte el miedo en su interlocutor, hasta ayer líder imbatido en la competición, pero desactiva rápidamente el amago de retirada informándole que en el centro de la ciudad el suelo está mojado, sí, pero no llueve. Así que un rato más tarde se encuentran en el Vallparc. Ahí estaba también el infatigable Murphy, a punto para hacer empezar a llover, ahora sí, en el momento en que los jugadores saltaban a la pista. Lluvia fina pero constante, mal asunto para jugarse los cuartos, aunque ideal para apelar a la épica, más cuando la igualdad parecía inquebrantable. A cada juego de un equipo respondía el otro con la misma moneda, fieles todos a su estilo. Los golpes precisos y certeros de Danilovic, omnipresente, se complementaban con el juego combativo y voluntarioso de Berni Robredo, que sacaba pelotas como podía, con su estilo tan poco ortodoxo como efectivo, a imagen y semejanza de aquellos remates estrafalarios de Julio Salinas con la punta del cordón de su bota mientras caía. Al otro lado, Marc Chang dejaba muestras de su calidad desde el fondo de la pista mientras Uricevic no perdonaba en su agresivo juego en la red. Aunque se impusieron los primeros por 7-5, había partido y la segunda manga pintaba igual de emocionante, para suerte de la hinchada. Hasta que Danilovic y Robredo rompieron el servicio de sus contrincantes y se adelantaron 4-1. La victoria parecía encarrilada, y al Tigre de l'Hospi el set se le empezaba a hacer más largo que su último viaje en Renfe. Pero ciertamente él y Uricevic vendieron cara su piel, entrando de nuevo en el partido con un inquietante 5-4. Salvaron el pellejo en el primer matchball pero no pudieron con el segundo, en una de las jugadas más inverosímiles de la noche. Un globo de Robredo que apuntaba al tercer anfiteatro acabó en el último rincón de la esquina del campo, para desdicha de Uricevic y Chang y gloria de Berni y Danilovic, a quién no le llegaba la camisa al cuello mientras la bola dibujaba una parábola a la postre definitiva. Al fin el Tigre fue abatido.
Bernat Segurola
Injusto marcador. El empate a 1 sets hubiere reflejado lo realmente sucedido en la cancha.
ResponderEliminarhubiere o hubiese.. el nivell filològic d'aquest bloc va in crescendo, inclòs als comenaris. La crònica cada vegada té menys d'esportiva per ser de societat, el temps o la política.... robredo, contem els minuts per veure las prendas que et provaves al passeig de gràcia
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