Golpe de autoridad de esos locos bajitos

Locos bajitos (Marc Chang & David Carpin) 6 6 (3) 6
Los largos (Nadalfred & Àlex McSaniz) 2 7 (7) 4

Bonito duelo de titanes el vivido ayer en la ciudad condal. Partido lleno de intensidad, alternativas en el marcador y lucha sin cuartel de cada pareja para imponer su juego al de sus rivales.

El primer set empezó muy igualado hasta el 2 – 2. A partir de ahí, los enanos pusieron la quinta velocidad y sumaron un juego tras otro hasta el 6 – 2.

El segundo set empezó igual que el primero y tras el empate a 2, los largos llegaron a situarse con un 5 a 2 a su favor. Muy felices se las prometían, cuando los canijos sacaron toda su casta y pundonor y en una épica remontada llegaron a forzar el tie-break. El desgaste les pasó factura porque no tuvieron opción alguna. Empate a 1 sets.

Con un McSainz que empezaba a arrastrarse por la pista, un Marc Chang lesionado al impactar su dedo pulgar contra la pared de fondo en la búsqueda desesperada por salvar un pelota ganadora de sus rivales, un Marat Carpín que se fue del partido pero volvió y un Nadalfred Maratón Man con ansiedad por derrotar a su rival más odiado, el tercer set debía poner a cada uno en su lugar. Y eso fue lo que sucedió. El 4 a 4 hacia presagiar otra muerta súbita, pero los locos bajitos no dejaron que se llegara a tan trágico final y con un puñetazo sobre la mesa pusieron punto y final a un bonito duelo de más de 2 horas.

Uno por uno:

- McSainz: Eficaz. En franca progresión. En su papel de escudero de unos de los cabeza de serie, cuajó uno de los mejores partidos que se le ha visto. Agresivo en la red, más irregular desde el fondo. Su problema no es técnico, es físico y él lo sabe. Con poco que mejore su servicio y su lamentable estado de forma, puede convertirse en el tapado del torneo. Un 7.

- Nadalfred: Potente. Muy físico. Es público y notorio que Nadalfred está sometiendo su cuerpo a una carga de trabajo específico aeróbico como plan de entrenamiento hasta llegar a la fecha que le corone como el primer Maratón Man de la vila de Gracia. Y eso se nota en la cacha: corre, lucha, se tira por los suelos, pero todo este trabajo no tuvo su recompensa porque delante tenía a los mejores hasta la fecha. Otro 7.

- David Carpín: Concentrado. Como su pareja, tuvieron una de sus célebres pájaras en el segundo set, pero supo reponerse. Fiable desde el fondo y sorprendentemente ofensivo en la red. Un 8.

- Marc Chang: Veloz. Como ya es sobradamente conocido por nuestros lectores, las piernas más rápidas del circuito lo son, cada vez más. Para este jugador no pasan los años. Se lesionó al final del segundo set, por lo que jugó todo el tercero con una pierna (y no la de en medio). Los servicios médicos le han practicado esta mañana 2 radiografías de su pulgar del pie izquierdo. Parece se descarta rotura. Amenaza fisura. Un 12 (sobre 10), por su sobreesfuerzo.

Butanito García

La Cenicienta se viste de corto

6 6 2 Alfred/Berni
4 1 6 Edu/Uri

Constatada la obstinación de tantos jugadores por encargar niños a las cigüeñas de París, voy a tomarme la licencia de contarles un cuento. Érase una vez un partido que empezó a las siete y media de la tarde, en la añorada Pista Central, temporalmente libre. Eduardberg y Uricevic, a un lado, y Nadalfred y Berni Robredo, a otro, se disponían a batirse sobre una alfombra verde. Sucedió que a los primeros se les apareció la hada con la dichosa varita mágica, y empezaron a ganar todos los puntos que jugaban con una facilidad pasmosa, mientras sus rivales eran incapaces de superarlos, cuando no se estrellaban contra la red o la pared. Pero con 4-1 en el luminoso ocurrió un hecho trascendental. A Eduardberg y Uricevic les dieron las ocho, como a Cenicienta le dieron las doce. Y debían cambiar de pista, como a ella le tocaba volver a casa. Ahí acabó su sueño y empezó su pesadilla. Pasaron el mismo trance que la célebre muchacha. La pista habitual donde se reanudó la contienda se convirtió en su particular calabaza, las zapatillas que les habían llevado en volandas se transformaron en plomo, y todas las pelotas que tocaban en melones. Sin rascar bola, perdieron la friolera de nueve juegos consecutivos, uno tras otro. Dicho de otro modo, no estaban para más cuentos Nadalfred y Robredo, que remontaron el primer set y sentenciaron el segundo a un ritmo vertiginoso. Decidido el partido, llegaron los minutos de relleno, esos que sirven para que el perdedor salve su honor y maquille el resultado. Eduardberg y Uricevic se pusieron 2-1 y soñaron con seguir la contienda, pero el príncipe no acudió a su rescate. Los que sí llegaron fueron los del turno siguiente, así que no tuvieron más remedio que abonar las cervezas, no sin antes rechistar con excusas de mal pagador, como el penoso estado de la pista, que dicho sea de paso parece la playa de la Barceloneta.

Bernat Segurola

A la salud de Bob Marley

6 1 Dani/Berni
1 4 Alfred/David

Ni estarse tres meses sin coger una raqueta, ni la interminable lesión en la muñeca tras su caída de un cocotero, ni la ausencia de pretemporada alguna, ni el estado de shock producido por darse de bruces con un monumental alijo de marihuana, ni la hora y tres cuartos (sí, sí, lo han leído bien, 1 hora y 45 minutos) en el coche para llegar a las instalaciones del Vallparc. Ni Nadalfred ni Marat Carpin. Nada, absolutamente nada ni nadie, pudo frenar a Berni Robredo, que superó todas las adversidades que uno pueda llegarse a imaginar. Había lanzado un aviso a navegantes, volvía con fuerza, pero muchos se lo tomaron a broma, incluso desternillándose los más insensatos. Pero él llegó, se calzó sus zapatillas, saludó a la hinchada y chocó sus manos con Danilovic. Y empezó la exhibición, que culminó con un 6-1 inapelable que dejó en muy mal lugar a sus rivales, incapaces de entender qué carajo estaba pasando, especialmente Nadalfred, poco o nada acostumbrado a recibir rapapolvos de este calibre. La crónica edulcorada de un regreso anunciado acaba aquí, porque lo que vino a continuación estuvo a punto de mandarlo todo al traste. En un sorprendente ejercicio de mutación y generosidad, difícil de entender, los dos equipos intercambiaron sus papeles. Reaccionaron Nadalfred y Marat Carpin como un león herido ante el aturdimiento de Danilovic y Robredo, que volvió a ir por los suelos con una de sus caídas “escarabajo” marca de la casa. Despertó la Bestia, pero era demasiado tarde. Mientras no llegue el crudo invierno, el reloj es implacable.

Bernat Segurola